Hija De Humo y Hueso Trilogia
jueves, 15 de mayo de 2014
miércoles, 7 de mayo de 2014
Capítulos 1 y 2 de 'Sueños De Dioses y Monstruos'
1
Helado para las pesadillas
Nervios vibrando y sangre que grita, salvaje y revolviéndose y persiguiendo y devorando y terrible y terrible y terrible...
—Eliza. ¡Eliza!
Una voz. Luz brillante, y Eliza se despertó. Así es como se sentía: cayendo y aterrizando con fuerza.
—Ha sido un sueño —se oyó a sí misma decir—. Sólo ha sido un sueño. Estoy bien.
¿Cuántas veces había
dicho esas palabras en su vida? Más de las que podía contar. Pero ésta
era la primera vez que se las había dicho a un hombre que había
irrumpido heroicamente en su habitación, con un martillo en la mano,
para salvarla de ser asesinada.
—Estabas... estabas
gritando —dijo su compañero de piso, Gabriel, lanzando miradas a los
rincones y sin encontrar ningún rastro de asesinos. Tenía el pelo
revuelto por el sueño y estaba maníacamente alerta, agarrando el
martillo en alto y preparado—. Quiero decir... gritando de verdad.
—Lo sé —dijo Eliza con
la garganta en carne viva—. Hago eso a veces —se sentó derecha en la
cama. El latido de su corazón era como el disparo de un cañón
—condenatorio y profundo y reverberando por todo su cuerpo, y aunque
tenía la boca seca y respiraba de manera superficial, intentó sonar
despreocupada—. Siento haberte despertado.
Parpadeando, Gabriel bajó el martillo.
—Eso no es a lo que me refería, Eliza. Nunca he oído a nadie sonar así en la vida real. Era un grito de película de terror.
Parecía un poco impresionado. Lárgate, quería decir Eliza. Por favor.
Le empezaron a temblar las manos. Pronto no sería capaz de controlarlo,
y no quería un testigo. La bajada de adrenalina podía ser bastante mala
después del sueño.
—Te prometo que estoy bien. ¿Vale? Yo sólo...
Mierda.
Temblores. La subida de la presión, el ardor detrás de los párpados, y todo fuera de su control.
Mierda, mierda, mierda.
Se dobló y escondió la
cara en la colcha mientras los sollozos brotaban y la dominaban. Tan
malo como había sido el sueño —y había sido malo— las secuelas eran peores, porque estaba consciente pero seguía estando indefensa. El terror —el terror, el terror—
permanecía, y había algo más. Llegaba con el sueño, cada vez, y no se
desvanecía con él sino que se quedaba como algo que hubiera traído la
marea. Algo horrible —un cadáver de nivel leviatán abandonado para que
se pudra en la costa de su mente. Era el remordimiento. Pero Dios, ésa
era una palabra demasiado anodina para aquello. Este sentimiento que le
dejaba el sueño, eran cuchillos de pánico y terror descansando justo en
lo alto de una herida supurante roja y sustanciosa de culpa.
¿Culpa por qué? Eso era
lo peor. Era... Dios santo, era innombrable, y era inmenso. Demasiado
inmenso. Nada peor se había hecho jamás, en todo el tiempo, y todo el
espacio, y la culpa era suya. Era imposible, y con distancia del sueño
Eliza podía descartarla como ridícula.
Ella no había hecho, ni nunca haría... eso.
Pero cuando el sueño la
enredaba, nada de eso importaba —ni la razón, ni el sentido, ni siquiera
las leyes de la física. El terror y la culpa lo ahogaban todo.
Apestaba.
Cuando los sollozos por
fin se sosegaron y alzó la cabeza, Gabriel estaba sentado en el borde de
la cama, con aspecto compasivo y alarmado. Ahí estaba esa descarada
urbanidad de Gabriel Edinger que sugería una posibilidad más que justa
de pajaritas en su futuro. Tal vez incluso un monóculo. Era
neurocientífico, probablemente la persona más inteligente que Eliza
conocía, y una de las más amables. Los dos eran compañeros de
investigación en el Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian
—el MNHN— y había sido amistoso pero no amigos durante el
último año, hasta que la novia de Gabriel se mudó a Nueva York para su
posdoctorado y el necesitó un compañero de piso para cubrir el alquiler.
Eliza había sabido que era un riesgo, cruzar horas privadas con horas
de trabajo, por esta razón exacta. Ésta.
Los gritos. Los llantos.
No le haría falta
escarbar mucho a una parte interesada para determinar las...
profundidades de anormalidad... sobre las que había construido esta
vida. Como poner tablas sobre arenas movedizas, parecía a veces. Pero el
sueño no la había molestado durante un tiempo, así que había cedido a
la tentación de fingir que era normal, con nada excepto las
preocupaciones normales de una estudiante de doctorado de veinticuatro
años con un presupuesto pequeño. La disertación de la presión, un
compañero de laboratorio malvado, propuestas para becas, el alquiler.
Monstruos.
—Lo siento —le dijo a Gabriel—. Creo que ya estoy bien.
—Bien. —Tras una pausa incómoda, preguntó animado—, ¿Una taza de té?
Té. Eso era un bonito destello de normalidad.
—Sí —dijo Eliza—. Por favor.
Y cuando él salió sin
prisa para poner la tetera, ella se compuso. Se puso su bata, se lavó la
cara, se sonó la nariz, se contempló en el espejo. Tenía la cara
hinchada y los ojos inyectados en sangre. Genial. Normalmente tenía unos
ojos bonitos. Estaba acostumbrada a recibir cumplidos de extraños. Eran
grandes y con pestañas largas y eran brillantes —al menos cuando el
blanco no estaba rosa de llorar— y eran varios de marrón más claro que
su piel, lo que los hacía parecer que resplandecían. Ahora mismo, la
dejó helada notar que parecían tener un poco de... locura.
—No estás loca —le dijo a
su reflejo, y la declaración tenía el timbre de una afirmación
pronunciada a menudo —una confirmación necesitada, y habitualmente dada.
No estás loca, y no vas a estarlo.
Más en el fondo corría otro pensamiento más desesperado.
A mí no me ocurrirá. Soy más fuerte que los otros.
Normalmente era capaz de creérselo.
Cuando Eliza se unió a
Gabriel en la cocina, el reloj del horno marcaba las cuatro de la
madrugada. El té estaba en la mesa, junto con un cartón de helado,
abierto, con una cuchara sobresaliendo. Él le hizo un gesto.
—Helado para las pesadillas. Una tradición familiar.
—¿En serio?
—Sí, de verdad.
Eliza intentó, durante
un momento, imaginar el helado como una respuesta de su propia familia
al sueño, pero no pudo. El contraste era demasiado duro. Alcanzó el
cartón.
—Gracias —dijo. Se comió
un par de bocados en silencio, tomó un sorbo de té, todo mientras se
preparaba para las preguntas que llegarían, como seguro que harían.
¿Con qué sueñas, Eliza?
¿Cómo se supone que voy a ayudarte si no hablas conmigo, Eliza?
¿Qué te pasa, Eliza?
Lo había oído todo ya.
—Estabas soñando con Morgan Toth, ¿verdad? —preguntó Gabriel—. ¿Con Morgan Toth y sus suaves labios?
Vale, eso no lo había oído. A pesar de sí misma, Eliza se rió.
Morgan Toth era su archienemigo, y sus labios eran un buen tema para una pesadilla, pero no, eso ni siquiera se acercaba.
—La verdad es que no quiero hablar de ello —dijo.
—¿Hablar de qué? —preguntó Gabriel, todo inocencia—. ¿Qué es este "ello" de lo que hablas?
—Qué mono. Pero lo digo en serio. Lo siento.
—Vale.
Otro bocado de helado, otro silencio interrumpido por otra no-pregunta.
—Yo tuve pesadillas de
niño —ofreció Gabriel—. Durante un año. Muy intensas. Oír a mis padres
contarlo, la vida como la conocíamos prácticamente se suspendía. Me daba
miedo dormirme, y tenía todos estos rituales y supersticiones. Incluso
intenté hacer ofrendas. Mis juguetes favoritos, comida. Supuestamente me
oyeron ofrecer a mi hermano mayor en mi lugar. No recuerdo eso, pero él
jura que fue así.
—¿Ofrecerle a quién? —preguntó Eliza.
—A ellos. Los que salían en el sueño.
Ellos.
Una chispa de
reconocimiento, esperanza. Tonta esperanza. Eliza también tenía un
"ellos". Racionalmente sabía que eran una creación de su mente y que no
existían en ningún otro sitio, pero en las secuelas del sueño, no
siempre era posible permanecer racional.
—¿Qué eran? —preguntó,
antes de que considerara lo que estaba haciendo. Si no iba a hablar de
su sueño, no debería estar entrometiéndose en el de él. Era una regla
para guardar secretos en la que estaba bien versada: No preguntes, y no
te preguntarán.
—Monstruos —dijo él, encogiéndose de hombros, y así, Eliza perdió el interés —no a la mención de monstruos, sino a su tono de por supuesto. Cualquiera que podía decir monstruos de esa manera informal, definitivamente nunca había conocidos a los suyos.
—¿Sabes?, ser perseguido
es uno de los sueños más comunes —dijo Gabriel, y siguió hablándole de
ello, y Eliza siguió sorbiendo té y tomando el ocasional bocado de
helado para las pesadillas, y asentía en los momentos correctos, pero en
realidad no estaba escuchando. Había investigado minuciosamente sobre
análisis del sueño hacía mucho tiempo. No había ayudado antes, ni
ayudaba ahora, y cuando Gabriel lo resumió con "son una manifestación de
los temores que tenemos despiertos", y "todo el mundo los tiene", su
tono era apaciguador y pedante, como si acabara de resolverle el
problema.
Eliza quiso decirle, Y
supongo que a todo el mundo le ponen un marcapasos a los siete años
porque "las manifestaciones de los temores que tienen cuando están
despiertos" no dejan de producirles arritmia cardíaca. Pero no lo dijo, porque era el tipo exacto de trivialidad recordable que se menciona en fiestas de cóctel.
¿Sabías que a Eliza
Jones le pusieron un marcapasos cuando tenía siete años porque sus
pesadillas le producían arritmia cardíaca?
¿En serio? Qué locura.
—¿Y qué te paso? —le preguntó—. ¿Qué les paso a tus monstruos?
—Oh, se llevaron a mi
hermano y me dejaron en paz. Tengo que sacrificar una cabra para ellos
todos los Michaelmas, pero es un pequeño precio por una buena noche de
sueño.
Eliza se rió.
—¿De dónde sacas las cabras? —preguntó, siguiéndoles la corriente.
—De una granja en Maryland. Cabras certificadas para el sacrificio. Corderos también, si lo prefieres.
—¿Quién no? ¿Y qué demonios es Michaelmas?
—No lo sé. Me lo he inventado.
Y Eliza experimentó un
momento de gratitud, porque Gabriel no se había entrometido, y el helado
y el té e incluso su irrtación con su parloteo de erudito habían
ayudado a aliviar las secuelas. Se estaba riendo de verdad, y eso era
algo.
Y entonces su teléfono vibró en la superficie de la mesa.
¿Quién la llamaba a las cuatro de la madrugada? Lo alcanzó...
... y cuando vio el número en la pantalla, se le cayó —o posiblemente lo lanzó.
Con un crac golpeó un armario y rebotó en el suelo. Durante un segundo
tuvo la esperanza de que lo había roto. Se quedó ahí, en silencio.
Muerto. Y entonces —bzzzzzzzzzzzz— ya no estaba muerto.
¿Cuándo se había sentido mal por no romper su teléfono?
Era el número. Sólo dígitos. Sin nombre. No aparecía ningún nombre porque Eliza no había guardado ese número
en su teléfono. Ni siquiera se había dado cuenta de que lo había
memorizado hasta que lo vio, y fue como si hubiera estado todo el
tiempo, cada momento de su vida desde... desde que había escapado.
Estaba todo ahí, estaba todo justo ahí. El puñetazo en el estómago fue
inmediato y visceral y nada disminuido por los años.
—¿Todo bien? —le preguntó Gabriel, inclinándose para recoger el teléfono. Casi le dijo ¡No lo toques!
pero sabía que esto era irracional, y se detuvo a tiempo. En vez de
eso, simplemente no lo cogió cuando él se lo tendió, así que tuvo que
dejarlo en la mesa, aún vibrando.
Se quedó mirándolo. ¿Cómo la habían encontrado? ¿Cómo? Se había cambiado el nombre. Había desaparecido.
¿Habían sabido siempre dónde estaba, habían estado vigilándola todo
este tiempo? La idea la horrorizó. Que los años de libertad pudieran
haber sido una ilusión...
El zumbido se detuvo. La
llamada entró en el buzón de voz, y el latido de Eliza volvía a ser
como un cañón: explosión tras explosión estremeciéndola. ¿Quién era? ¿Su
hermana? ¿Uno de sus "tíos"?
¿Su madre?
Quién fuera, Eliza sólo
tuvo un momento para preguntarse si dejarían un mensaje —y si ella se
atrevería a escucharlo si lo hacían— antes de que el teléfono emitiera
otro zumbido. No un mensaje de voz. Un mensaje de texto.
Decía: Enciende la televisión.
¿Enciende la...?
Eliza levantó la mirada del teléfono, profundamente inquieta. ¿Por qué?
¿Qué quería que viera en televisión? Ni siquiera tenía televisión.
Gabriel la miraba atentamente, y sus ojos se encontraron en el instante
en que oyeron el grito. Eliza casi saltó de su piel, levantándose de la
silla. De algún lugar en el exterior llegó un largo e ininteligible
chillido. ¿O era dentro? Era alto. Estaba en el edificio. Espera. Esa
era otra persona. ¿Qué demonios estaba pasando? La gente estaba gritando
de... ¿conmoción? ¿Alegría? ¿Terror? Y entonces el teléfono de Gabriel
también empezó a vibrar, y el de Eliza recibió una repentina cadena de
mensajes —bzzz bzzz bzzz bzzz bzzz. De amigos esta vez,
incluyendo a Taj en Londres, y Catherine, que estaba haciendo trabajo de
campo en Sudáfrica. Variaban la palabras, pero todos eran una versión
de la misma inquietante orden: Enciende la televisión.
¿Estás viendo esto?
Despierta. Televisión. Ahora.
Hasta el último. El que hizo que Eliza quisiera enroscarse en posición fetal y dejar de existir.
Vuelve a casa, decía. Te perdonamos.
2
La Llegada
Aparecieron un viernes a
plena luz del día, en el cielo sobre Uzbekistán, y fueron vistos por
primera vez desde la vieja ciudad de Silk Road de Samarkand, dónde un
equipo de noticias salió corriendo para emitir metraje de... los
Visitantes.
Los ángeles.
En perfectos rangos de falanges, se contaban fácilmente. Veinte grupos de cincuenta: mil. Mil ángeles.
Giraron hacia el oeste, lo suficientemente cerca de la tierra que la
gente que estaba en los tejados y los caminos podían percibir la
ondeante seda blanca de sus estandartes y oír la emoción y el trémolo de
las arpas.
Arpas.
El metraje se difundió
por todas partes. Por todo el mundo, se sustituyeron programas de radio y
televisión; los presentadores de noticias corrieron hasta sus
escritorios, sin aliento y sin guiones. Emoción, terror. Ojos redondos
como monedas, voces altas y extrañas. Por todas partes, los teléfonos
empezaron a sonar y luego se interrumpieron en un gran silencio global
mientras las antenas se saturaban y dejaban de funcionar. La mitad del
planeta que dormía se despertó. La conexiones de internet fallaban. Las
personas se buscaban. Las calles se llenaban. Las voces se unían y
competían, escalaban y llegaban a la cresta. Hubo reyertas. Canciones.
Disturbios.
Muertes.
También hubo
nacimientos. Un comentarista de radio apodó a los bebés nacidos durante
la Llegada "querubines", y también fue el responsable del rumor de que
todos tenían marcas de nacimiento con forma de pluma en algún lugar de
sus diminutos cuerpos. No era cierto, pero los niños serían observados
atentamente por cualquier indicio de beatitud o poderes mágicos.
En este día de la
historia —el nueve de agosto— el tiempo se partió abruptamente en
"antes" y "después", y nadie olvidaría jamás dónde estaba cuando "eso"
empezó.
***
Kazimir Andrasko, actor,
fantasma, vampiro, e imbécil, durmió durante todo el asunto, pero más
tarde aseguraría que se había desmayado leyendo a Nietzsche —en lo que
más tarde determinó que fue el preciso momento de la Llegada— y sufrió
una visión del fin del mundo. Fue el principio de una grandiosa pero muy
poco brillante estratagema que se perdió pronto en un decepcionante
final cuando descubrió cuanto trabajo había que invertir en fundar un
culto.
***
Zuzana Nováková y
Mikolas Vavra estaban en Aït Benhaddou, la kasbah más famosa de
Marruecos. Mik acababa de regatear por un antiguo anillo de plata —tal
vez antiguo, tal vez plata, definitivamente un anillo— cuando el
repentino alboroto los alertó; se lo metió en el bolsillo, dónde
permanecería, en secreto, durante algún tiempo.
En una cocina del
pueblo, se apiñaron detrás de los vecinos y vieron la cobertura de las
noticias en árabe. Pero no entendían ni los comentarios ni las
exclamaciones jadeantes a su alrededor, sólo tenían el contexto de lo
que estaban viendo. Sabían lo que eran los ángeles, o más bien, lo que
no eran. Eso no hacía menos impactante ver el cielo lleno de ellos.
¡Tantos!
Fue idea de Zuzana
"liberar" la furgoneta parada en frente de un restaurante de turistas.
El tejido de realidad cotidiano había cedido ya tanto que el robo
eventual de un vehículo parecía ser algo de esperar. Era sencillo: sabía
que Karou no tenía acceso a las noticias del mundo; tenía que
advertirla. Habría robado un helicóptero si hubiera tenido que hacerlo.
***
Esther Van de Vloet,
traficante de diamantes retirada, socia de Brimstone durante mucho
tiempo y abuela sustituta de su protegida humana, estaba paseando a sus
mastines cerca de su casa en Antwerp cuando las campanas de Nuestra
Señora comenzaron a repicar fuera de plazo. No era la hora, y aunque lo
hubiera sido, el estruendo sin melodía era agitado, prácticamente
histérico. Esther, que no tenía un hueso agitado o histérico en todo su
cuerpo, había estado esperando que algo ocurriera desde que una huella
de mano negra había sido quemada en una puerta en Bruselas y la abrasara
eliminando su existencia. Concluyendo que esto era ese algo, volvió
rápidamente a su casa, sus perros enormes como leonesas, siguiéndola a
los lados.
***
Eliza Jones vio los
primeros minutos en una conexión en directo en el portátil de su
compañero de piso, pero cuando su servidor se colgó, se vistieron
apresuradamente, saltaron al coche de Gabriel, y condujeron hasta el
museo. Aunque era temprano, no fueron los primeros en llegar, no dejaban
de llegar más colegas tras ellos para apiñarse en torno a una pantalla
de televisión en un laboratorio del sótano.
Estaban estupefactos y
aturdidos con incredulidad, y con una no pequeña cantidad de afrenta
racional de que tal evento se atreviera a desarrollarse en el cielo del
mundo natural. Era un fraude, por supuesto. Si los ángeles eran reales
—lo que era ridículo— ¿no se parecerían un poco menos a las imágenes de
los libros de texto de las escuelas dominicales?
Era demasiado perfecto. Tenía que ser un montaje.
—Dame un respiro con las harpas —dijo un paleobiólogo—. Qué exageración.
Pero esta certeza
exteriorizada estaba socavada por una verdadera tensión, porque ninguno
de ellos era estúpido, y había agujeros evidentes en el teoría del
fraude que se hicieron más evidentes cuando helicópteros de noticias se
atrevieron a acercarse a la hueste aérea, y el metraje emitido fue más
claro y menos equívoco.
Nadie quería admitirlo, pero parecía... real.
Sus alas, por ejemplo.
Medían fácilmente tres metros de envergadura, y cada pluma era una llama
de fuego. Su suave ascenso y descenso, la indescriptible gracia y poder
de su vuelo —estaba más allá de cualquier tecnología comprensible.
—Podría ser la emisión lo que es falso —sugirió Gabriel—. Podría ser todo CG. La guerra de los mundos del siglo veintiuno.
Hubo algunos murmullos, pero nadie pareció tragárselo.
Eliza se quedó en
silencio, mirando. Su propio terror era de una variedad diferente al de
ellos, y estaba... mucho más avanzado. Debería estarlo. Había estado
creciendo toda su vida.
Ángeles.
Ángeles.
Después del incidente en el puente de Carlos en Praga algunos meses
antes, había sido capaz de mantener un poco de escepticismo al menos,
sólo lo suficiente para evitarle caer. Entonces podría haber sido falso:
tres ángeles, visto y no visto, sin dejar pruebas. Ahora parecía que el
mundo había estado esperando con el aliento contenido una demostración
que estuviera más allá de toda posibilidad de duda. Y ella también. Y
ahora la tenían.
Pensó en su teléfono,
dejado intencionadamente en su apartamento, y se preguntó qué nuevos
mensajes almacenaría su pantalla para ella. Y pensó en el extraordinario
poder oscuro del que había huido por la noche, en el sueño. El estómago
se le tensó como un puño mientras sentía, bajo sus pies, el movimiento
de las tablas que había puesto sobre las arenas movedizas de aquella
otra vida. ¿Había pensado que podía escapar? Estaba ahí, siempre había
estado ahí, y esta vida que había construido encima parecía tan fuerte
como un barrio de chabolas en la falda de un volcán.
Sueño de Dioses y Monstruos a la venta en: 4 DE JUNIO 2014 (ESPAÑA)
domingo, 4 de mayo de 2014
sábado, 3 de mayo de 2014
Portada y fecha de publucación de SUEÑO DE DIOSES Y MONSTRUOS.
Sueños de dioses y monstruos
Laini Taylor, (aut.)
Ediciones Alfaguara
1ª ed., 1ª imp.(04/06/2014)
616 páginas
Idiomas: Español
ISBN: 8420416630 ISBN-13: 9788420416632
FECHA DE PUBLICACIÓN EN ESPAÑA: 4 DE JUNIO.
Sinopsis:
Un enemigo común.
Una causa común
Karou y Akiva ya saben que están vivos. pero Karou aún no está preparada para perdonar.
Y ahora, mediante un terrible engaño, Karou ha tomado el control sobre la rebelión quimérica y el futuro de su raza depende de ella, si es que aún queda futuro para las quimeras en Eretz, una tierra devastada por la guerra.
Cuando el brutal ejército de serafines de Jael penetra en el mundo humano, lo impensable se convierte en esencial: Karou y Akiva tendrán que unir sus ejércitos para luchar contra un enemigo común.
Esta unión de ambos ejércitos es una versión alterada de su antiguo sueño, donde ángeles y quimeras conviven juntos, en paz. Donde hay esperanza para su imperdonable amor entre ángel y demonio.
Pero sobre Eretz se ciernen mayores amenazas que Jael. Una cruel reina va a la caza de Akiva y en los cielos está ocurriendo algo. Gigantescas manchas se extienden como moratones de un lado a otro del horizonte. Los cazadores alados de tormentas se congregan como si hubiesen sido convocados, volando en círculos sin cesar, y un profundo sentido de injusticia impregna el mundo. ¿Qué clase de poder puede herir el cielo?
Desde las calles de Roma hasta las cuevas de los Kirins, humanos, quimeras y serafines lucharán, amarán y morirán en un teatro épico que trascenderá el bien y el mal, la amistad y el odio.
Y, más allá de las fronteras del espacio y el tiempo, ¿qué sueñan dioses y monstruos? ¿Y acaso alguna otra cosa importa?
domingo, 6 de abril de 2014
Dreams of Gods & Monsters
Fecha de publicación USA: 8 de Abril de 2014
Fecha de publicación España: 2014
Editorial: Alfaguara
Sinopsis: Sueños empieza donde Días lo dejó, con Karou y Akiva descubriéndose vivos... aunque Karou aún no está preparada para perdonar a Akiva por matar a la única familia que jamás ha conocido. Y ahora, a través de un acto de impactante engaño, Karou ha tomado el control de la rebelión de las quimeras y está decidida a guiar su rumbo lejos de una venganza hacia un callejón sin salida. Cuando el brutal ejército de ángeles de Jael entra en el mundo humano, Karou y Akiva deben aliar sus ejércitos enemigos contra la amenaza. Es una versión retorcida del sueño que compartieron hace mucho tiempo, y empiezan a esperar que podría forjar un camino adelante para su gente. Y, tal vez, para ellos mismos -tal vez incluso hacia el amor. Pero hay amenazas más grandes que Jael en un futuro inminente. De las calles de Roma a las cuevas de los Kirin y más allá, humanos, quimeras y serafines lucharán, se esforzarán, amarán, y morirán en un épico escenario que trasciende el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, los amigos y los enemigos.
Fecha de publicación USA: 8 de Abril de 2014
Fecha de publicación España: 2014
Editorial: Alfaguara
Sinopsis: Sueños empieza donde Días lo dejó, con Karou y Akiva descubriéndose vivos... aunque Karou aún no está preparada para perdonar a Akiva por matar a la única familia que jamás ha conocido. Y ahora, a través de un acto de impactante engaño, Karou ha tomado el control de la rebelión de las quimeras y está decidida a guiar su rumbo lejos de una venganza hacia un callejón sin salida. Cuando el brutal ejército de ángeles de Jael entra en el mundo humano, Karou y Akiva deben aliar sus ejércitos enemigos contra la amenaza. Es una versión retorcida del sueño que compartieron hace mucho tiempo, y empiezan a esperar que podría forjar un camino adelante para su gente. Y, tal vez, para ellos mismos -tal vez incluso hacia el amor. Pero hay amenazas más grandes que Jael en un futuro inminente. De las calles de Roma a las cuevas de los Kirin y más allá, humanos, quimeras y serafines lucharán, se esforzarán, amarán, y morirán en un épico escenario que trasciende el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, los amigos y los enemigos.
Días de Sangre y Resplandor
Título original: Days of Blood & Starlight
Fecha de publicación USA: 6 de Noviembre de 2012
Fecha de publicación España: 6 de Marzo de 2013
Editorial: Alfaguara
Editorial: Alfaguara
Páginas: 512
Formato: Rústica con solapas
Sinopsis: Hubo un tiempo en que un ángel y un demonio se enamoraron e imaginaron un mundo diferente. Pero no era el mundo en el que vivían. Una historia dividida entre dos mundos. El nuestro, el de ellos. Una chica y dos pasados. El humano y el quimérico. Una guerra y dos ejércitos. Ángeles contra demonios. Un don y dos deseos. Paz y venganza. Pero una única historia de amor. Un
amor capaz de cambiarlo todo." La estudiante de Arte y aprendiz de
monstruos, Karou, tiene por fin las respuesta a las preguntas que se
lleva haciendo desde niña: por fin sabe quién es y, sobre todo, qué es.
Pero junto a esa verdad ha conocido otra mucho más dolorosa: el ser al
que ama es su peor enemigo, responsable de la traición más terrible y
del dolor de todo un mundo.
En esta segunda entrega de la mundialmente aclamada Hija de humo y hueso, Karou deberá decididr hasta dónde es capaz de llegar para defender su pueblo. Llena de dolor y belleza, secretos y decisiones imposibles, Días de sangre y resplandor encuentra a Karou y Akiva en dos bandos enfrentados cuando una antigua guerra vuelve a desatarse.
Mientras Karou y sus compañeros construyen un ejército quimérico en un mundo de polvo y estrellas, Akiva lleva a cabo otro tipo de batalla, la de su redención, la búsqueda de esperanza. Pero ¿puede la esperanza escapar de las cenizas de un sueño roto?
Lee los primeros tres capítulos.
BOOK TRAILER
En esta segunda entrega de la mundialmente aclamada Hija de humo y hueso, Karou deberá decididr hasta dónde es capaz de llegar para defender su pueblo. Llena de dolor y belleza, secretos y decisiones imposibles, Días de sangre y resplandor encuentra a Karou y Akiva en dos bandos enfrentados cuando una antigua guerra vuelve a desatarse.
Mientras Karou y sus compañeros construyen un ejército quimérico en un mundo de polvo y estrellas, Akiva lleva a cabo otro tipo de batalla, la de su redención, la búsqueda de esperanza. Pero ¿puede la esperanza escapar de las cenizas de un sueño roto?
Lee los primeros tres capítulos.
BOOK TRAILER
Hija de Humo y Hueso
Título original: Daughter of Smoke & Bone
Fecha de publicación USA: 27 de Septiembre de 2011
Fecha de publicación España: 8 de Febrero de 2012
Editorial: Alfaguara
Editorial: Alfaguara
Páginas: 464
Fomato: Rústica con solapas
Edad: A partir de 14 años
Sinopsis:
"Dos ciudades: Praga, Marrakech. Pero también dos mundos: El nuestro,
el de ellos. Dos historias de amor: La del pasado, la del presente. Dos
razas eternamente enfrentadas: Ángeles contra quimeras. En definitiva,
dos esencias: Humo y hueso. Y una sola protagonista: Karou, la
esperanza. Una vez fue una niña inocente que jugaba con plumas en el
suelo de la guarida de un diablo. Pero ahora aquella inocencia había
desaparecido."
Karou es una estudiante
de arte de 17 años que vive en Praga. Pero ese no es su único mundo. A
veces, Karou desaparece en misteriosos viajes para realizar los encargos
de Brimstone, el monstruo quimera que la adoptó al nacer.
Tan misteriosa resulta
Karou para sus amigos, como lo es para ella su propia vida: ¿cómo es que
ha acabado formando parte de una familia de monstruos quimeras? ¿Para
qué necesita su padre adoptivo tantos dientes, especialmente de humanos?
Y, ¿por qué tiene esa recurrente sensación de vacío, de haber olvidado
algo?
De pronto, empiezan a
aparecer marcas de manos en las puertas, señal de que la familia de
Karou corre grave peligro. Karou tratará de cruzar al mundo quimérico
para ayudarles, pero es perseguida por los serafines. Entre ellos se
encuentra Akiva, un ángel arrebatadoramente hermoso al que Karou está
unida de una forma que ni ella misma puede imaginar.
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